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✟ Xesús «Suso» Díaz Díaz, una figura capital en la historia del movimiento obrero y la lucha antifranquista en Galicia, y padre de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha fallecido en la madrugada de este martes a los 80 años, tras una larga batalla contra el cáncer.

D.E.P.

Su muerte deja un profundo vacío en el sindicalismo y la izquierda gallega, que pierden a uno de sus más carismáticos y respetados referentes.

Natural de Ferrol en 1944, la vida de Suso Díaz estuvo intrínsecamente ligada a la lucha por los derechos de los trabajadores desde su juventud. A los 14 años entró como aprendiz en el astillero de Astano, en la ría de Ferrol, un foco de la contestación obrera contra la dictadura. Fue allí donde forjó su conciencia de clase y donde dio sus primeros pasos en la organización clandestina de las Comisiones Obreras (CCOO), sindicato del que fue uno de sus fundadores en Galicia.

Militante del Partido Comunista de España (PCE) durante la dictadura, su compromiso le costó la persecución y la cárcel. Fue detenido por primera vez en 1969. Su encarcelamiento más recordado se produjo tras la brutal represión de la manifestación obrera del 10 de marzo de 1972 en Ferrol, donde la policía franquista asesinó a dos de sus compañeros de Astano, Amador Rey y Daniel Niebla. Suso Díaz fue encarcelado en el penal de A Coruña, una época que marcó a su familia y que su hija Yolanda, que entonces contaba con apenas un año, ha rememorado en diversas ocasiones al relatar cómo lo visitaba en prisión.

Con la llegada del régimen del 78, Suso Díaz se consolidó como una figura clave de CCOO. Fue elegido secretario general de la Unión Comarcal de Ferrol y, posteriormente, alcanzó la máxima responsabilidad del sindicato en la comunidad, ejerciendo como secretario general de CCOO de Galicia desde 1992 hasta el año 2000, cuando fue relevado por Xan María Castro.

Hombre de fuertes convicciones, dialogante y respetado incluso por sus adversarios, Díaz fue un referente no solo para su hija, en quien influyó decisivamente, sino para toda una generación de activistas. En entrevistas recordaba con una mezcla de ironía y orgullo cómo había pasado de ser «Suso, el de Astano» a ser «el padre de Yolanda Díaz», a cuya carrera política apoyó activamente, llegando a formar parte simbólica de listas electorales.

Tras su jubilación, se mantuvo como una voz consultada y respetada. Era conocido por su vasta cultura, su afición por el jazz y por ser un conversador infatigable. En sus últimos años, residía en Oleiros (A Coruña).

La noticia de su fallecimiento ha generado una ola de condolencias desde todos los ámbitos. El sindicato Comisiones Obreras expresó su «profundo dolor», destacando su figura como «un hombre excepcional y un gran compañero». Desde el ámbito político, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, trasladó su pésame a la familia. Se espera que en las próximas horas se sucedan las reacciones de las principales instituciones del Estado y de Galicia.

Suso Díaz representa la memoria de una generación que luchó por las libertades democráticas y los derechos sociales desde la clandestinidad y la represión, y cuyo legado permanece como un pilar fundamental de la historia reciente de Galicia y de España.

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