✟ El señor D. Julio G. Sayáns Bugallo, quien fuera alcalde de Campo Lameiro durante más de 3 décadas, ha fallecido este sábado 7 de septiembre de 2024 a los 74 años de edad.
D.E.P.
Cuando se habla de transformación y progreso en las pequeñas comunidades, se suele olvidar que detrás de cada cambio, cada obra pública, y cada mejora social, hay una figura que trabaja incansablemente para convertir sueños en realidades tangibles. En Campo Lameiro, esa figura fue Julio G. Sayáns Bugallo, un hombre que dedicó 36 años de su vida a esculpir un municipio: un lugar que creció bajo la sombra de su liderazgo firme y su visión comunitaria.
En un mundo político donde las palabras y los discursos a menudo toman protagonismo, Julio Sayáns optó por dejar que sus acciones hablaran por él. No fue un político mediático pero su legado se encuentra por todas partes en Campo Lameiro. Durante su largo mandato como alcalde, este pequeño municipio gallego dejó de ser una zona rural poco conocida para convertirse en un enclave moderno y próspero, tanto en infraestructuras como en servicios.
Bajo su mando, se construyeron carreteras, se modernizaron redes de agua y alcantarillado, y se levantaron edificios que dotaron al municipio de servicios esenciales para su población. No era un líder que se centrara en lo inmediato, sino en lo duradero. Para él, cada proyecto no era simplemente una obra pública, sino un ladrillo más en la construcción de un Campo Lameiro que pudiera sostenerse por sí mismo durante generaciones.
Aunque muchos lo recuerdan por su gestión administrativa, la verdadera pasión de Sayáns se encontraba bajo las piedras milenarias del arte rupestre de Campo Lameiro. Este enclave arqueológico, que alberga los petroglifos más importantes del noroeste de España, siempre fue algo más que un tesoro histórico para Julio; era un símbolo de lo que Campo Lameiro podía ofrecer al mundo. Y él entendió que la cultura también es desarrollo.
A lo largo de los años, se convirtió en el protector incansable de estos grabados prehistóricos, logrando no solo su conservación, sino también su difusión. Su visión culminó en la creación del Parque Arqueológico de Arte Rupestre, un centro que no solo preserva este patrimonio, sino que lo proyecta hacia un futuro en el que la historia y la modernidad conviven. Sayáns entendió que preservar el pasado era, en muchos sentidos, la mejor forma de asegurar el futuro.
Antes de ser alcalde, Julio G. Sayáns Bugallo fue maestro, y quizá esa faceta educativa fue la que lo llevó a liderar con el corazón de un pedagogo. Sabía que no solo estaba construyendo infraestructuras, sino formando un camino para que sus vecinos aprendieran a crecer en comunidad. Los retos del municipio se convirtieron en lecciones diarias, y cada obra era una clase magistral de lo que el compromiso y la perseverancia pueden lograr.
Su relación con los más jóvenes siempre fue especial. No en vano, fue director del Colegio Pedro Antonio Cerviño, y muchos de sus antiguos alumnos lo recuerdan con gratitud. Tal vez su experiencia en las aulas fue lo que le enseñó que gobernar es educar, no a través de discursos, sino de acciones que construyen sociedades más justas y preparadas.
Cuando Sayáns dejó la política en 2019, lo hizo con la frente alta y con un municipio que había mejorado en todos los aspectos posibles. Su retirada fue un acto de humildad, reconociendo que había llegado el momento de que otros tomaran el relevo, pero dejando tras de sí un Campo Lameiro mucho más fuerte de lo que encontró.
Hoy, su legado no es solo visible en las calles y edificios del municipio, sino en la forma en que la comunidad lo recuerda: como un hombre que no buscaba la fama ni el reconocimiento, sino el bienestar de su gente. Las generaciones futuras caminarán por las mismas calles que él ayudó a construir, utilizarán los servicios que él imaginó, y disfrutarán del arte rupestre que él preservó con tanto celo.
Al final, Julio G. Sayáns Bugallo no solo fue un alcalde. Fue un visionario silencioso, un constructor de futuro, y un guardián de la historia. Su vida y obra son un recordatorio de que la grandeza no siempre viene acompañada de altavoces y luces de neón; a veces, se encuentra en la perseverancia diaria, en las pequeñas decisiones que transforman un lugar poco a poco, hasta hacerlo irreconociblemente mejor.
Hoy, Campo Lameiro sigue respirando el aire de su legado, y lo hará por mucho tiempo. Porque los verdaderos arquitectos de la historia no solo construyen edificios; construyen comunidades que, aunque ellos ya no estén, siguen su marcha hacia un futuro lleno de posibilidades.
El funeral por su eterno descanso tendrá lugar este domingo día 8 de septiembre a las CINCO Y MEDIA de la tarde, cuando se realizará la conducción desde el tanatorio hasta la iglesia parroquial de SANTA MARÍA DE MUIMENTA, donde se oficiarán las exequías por su eterno descanso. La inhumación de sus restos mortales tendrán lugar en la intimidad familiar.
La capilla ardiente está instalada desde este sánado en la sala 1 del tanatorio de Campo Lameiro.
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